La laguna del Tesoro

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La laguna del Tesoro

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Prácticamente desconocida para los cubanos antes del primero de enero de 1959, la Laguna del Tesoro es la más original de las alhajas ofrecida por la Naturaleza dentro del regio y verde paraje de la Ciénaga de Zapata.

En su forma más o menos circular de 16 kilómetros cuadrados de superficie y cuatro en su parte más ancha, se desprenden ramales o esteros que semejan extensos ríos en medio de una exuberante vegetación habitada por disímiles de especies volátiles y terrestres, mientras en las oscuras aguas dulces, ora tranquilas, ora violentas, conviven cocodrilos, peces y jicoteas.

La presencia de varias isletas en la superficie acuática del lago brindan un sugestivo panorama.



Una de ellas está ocupada por el centro recreativo-cultural Guamá, con su principal atracción: las imagenes aborígenes en su medio natural, incluida la caza y la pesca, gracias al talento de la escultora Rita Longa.

Existen, también, cabañas palafíticas, o sea construidas con fortaleza y seguridad sobre pilotes de madera, lo que hace más atractiva cada una de las diversas instalaciones.

CUENTAN QUE…

Infinidad de explicaciones existen acerca de la causa que dio nombre a este lago. Una de las cuales expone que, al igual que la antigua Isla del Tesoro -actualmente Isla de la Juventud-, se debe a enterramientos de dinero, lo cual es poco probable debido a la lejanía de la costa y al difícil acceso.

La más verosímil es que los indios Yaguaramas y Hanamana, que poblaban el norte de la ciénaga, temerosos de que los colonizadores españoles les quitaran sus tesosros, los ofrecieron a las aguas lacustres. Versión que reedita lo hecho por Hatuey en el oriente del país.

ANTES DE…

Aunque descubierta por el hombre desde tiempo inmemoriales, los inhóspito del lugar y los escasos recursos de que se disponían impidieron un mayor acercamiento externo y explotación antes del triunfo revolucionario de 1959. No obstante, en una de las isletas existía una vivienda destinada fundamentalmente a la pesca.

A ella acudían en la temporada veraniega norteamericanos aficionados a esa recreación, quienes debían pagar hasta cien pesos diario por persona para residir y disfrutar de la caseta flotante sobre pontones de hierro, según apuntes del investigador Antonio Núñez Jiménez, en su libro La Liberación de las Islas.

La prensa de la década del 50, particularmente la del vecino norteño, recogió pasajes de la presencia de sus nacionales en esta parte del mayor humedal de Latinoamérica.

Recuentos que se incrementaron a partir de capturarse en la laguna la trucha más grande del mundo -30 libras-, que dejaba atrás una marca de consideración, de solo ocho libras menos. Aunque, lastimosamente, las publicaciones no precisaban el autor del récord y cuándo ocurrió.

DICEN…

Esta maravilla no escapa tampoco a las fábulas y cuentan que en las noches de luna llena sus aguas refulgen con un brillo extraño y, desde el fondo, llegan a la superficie ecos que embelesen y agradan a los oídos.

Hay quienes se atreven a mencionar al manjuarí como el causante del raro sonido que algunos dicen haber escuchado. Los científicos identifican a este pez como un sobreviviente de las eras geológicas más primnitivas de la tierra, como lo describiera el propio Núñez Jiménez en sus apuntes.

El naturalista cubano Felipe Poey, luego de profundos estudios, expresó que los manjuaríes: “Forman un tipo aislado entre los peces vivos; no son de nuestra era, y solamente pudiéramos encontrarle algunas afinidades con sus contemporáneos en la historia primitiva de la tierra, época en que los peces y los réptiles no habían demarcado suficientemente sus límites respectivos”.

De entre los miles de turistas que anualmente visitan el lujuriante lugar, como lo llama el citado espeleólogo, muchos, conocedores del mito, gustan de pasear en las claras y oscuras noches por estas aguas que convocan al disfrute del hermoso y saludable entorno; este, quizás, el verdadero y subyugante eco que obliga a próximas visitas.

Los programas de la Revolución sobre los cuidados y preservación de la biodiversidad en la Ciénaga de Zapata, contemplan como uno de sus principales objetivos la protección de esta especie para que no se extinga del planeta.

LOS FONDOS

Describir los fondos del inmenso lago, el mayor de Cuba, es como un viaje imaginario, aunque atrevido, confiesan quienes lo han hecho. En el centro, puede llegar hasta seis metros de profundidad, que es igual a cuatro por debajo del nivel del mar.

Los estudios demuestran que el fondo lo forma una importante capa de lodo, con presencia de limo y deyecciones de la infinidad de especies existentes, tanto aladas como acuáticas. Recurso natural que está señalado entre los más valiosos.

Hay quienes aseguran que no es posible ver en este lugar un árbol o estero en los cuales no estén presentes la aves y, particularmente, las distintas familias de patos locales o de emigración, así como la corúa o las garzas. Mientras que en las vegetaciones cercanas las cotorras hacen de las suyas.

Para deleite del navegante, en las orillas, los manglares, se confunden con otras plantas resistentes a la humedad, como cortaderas y macíos, mientras que las orquideas color violeta representan la principal belleza vegetal. Estos bordes muestran al lo no infinito de la Laguna del Tesoro, para despertar del ensueño que es contemplar tanta majestuosidad.

Transcurridas más de cuatro décadas desde que la Revolución iniciara trascendentales cambios en la Ciénaga de Zapata, para bien de sus habitantes, la Laguna del Tesoro no ha disminuido un ápice su fuerza de atracción, quizás por sus condición de Majestuoso Maravilla Natural inigualable.

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